jueves, 12 de junio de 2014

Un viejo Blues


Entrevista con Carca previo a su paso por Montevideo. (Foto: Pedro Rincón)

Hall del Hotel Radisson, 10 de la mañana. Viernes. Babasónicos toca esta noche. Llego trastabillando tras una típica noche Montevideana al hotel. Prendo un cigarro mientras miró a la recepcionista que me mira con rechazo. La entiendo. No es normal ver a un peludo, desalineado sentarse en el hall de su lujoso hotel a fumarse un cigarro. Me llama, me acerco y pregunto por Carca, quedamos en encontrarnos a las 10 en el hall. "La banda aún no ha llegado" me responde con un acento que evidencia lo lejos que está de su casa. Asiento con la cabeza y vuelvo a mi lugar. Tras una hora de espera llamo a su representante y le digo que arreglemos para la tarde. Tengo que volver a simular que trabajo.
Segundo intento. Son las 14 horas del mismo viernes y me encuentro en el mismo hall, con la misma ropa y frente a la misma recepcionista. Lo único que cambió fue el cigarro. Pregunto nuevamente. "Han salido a comer" me responde y me  muerdo para no putearla. Le comento que acabo de hablar con ellos y están en su cuarto así que le solicito que llame de nuevo. Ella se niega. Cuando estoy al borde de saltar el mostrador veo a Carca bajar las escaleras, saludando desde lejos, "¿qué haces capo?" me dice y nos ponemos a hablar del atraso del buque, los viajes, la vida, Buenos Aires y esas cosas que utilizamos para romper el hielo.
Cuando estamos comenzando la entrevista una señora, de la alta alcurnia española, se acerca a la mesa. Viene con un asistente tembloroso que le sostiene un maletín. Ella nos mira y sin saludar pregunta "¿Tocais en una banda?" a lo que asentimos con la cabeza. Se desabrocha el abrigo de piel y deja ver sutilmente un escote. Ahora la española cachonda quiere saber donde es el toque y si puede ir. La invitamos al show de esa noche. El asistente, nervioso, asegura que su ama estará ahí, mientras ella, se calza los lentes y deja una tarjeta sobre la mesa. Carca la guarda, no alcanzo a leerla. El rock está vivo.

Carca es uno de los secretos mejor guardados de la escena under argentina de las últimas dos décadas. Proveniente de la legendaria Tía Newton y muy vinculado a Babasónicos desde los 90, Carca comenzó una carrera solista muy prolífica que está cumpliendo 20 años. Tiene en su haber siete discos y en 2013 editó una retrospectiva de su carrera, llamada Carca registrada. El 14 de junio se presenta por primera vez en Montevideo en Bluzz Live, lo que nos dio la oportunidad de hablar con este locuaz personaje.

-Ésta es la primera vez que venís a Montevideo cómo Carca. ¿A qué se debió tanta espera?

-Sí, con Babasónicos tuve la suerte de venir muchas veces, en distintas ocasiones. Siempre estuvo la posibilidad de tocar como solista, ya que acá había muchos seguidores de mi música. Esta vez consideré que era el momento indicado. Si bien es difícil de ubicarse en Uruguay, en Argentina también es difícil. Se puede decir que soy un personaje popular entre la gente. Algunos artistas dirían que mi música no tiene la difusión que se merece, a mí no me parece así. Mi llamado atrae a muy poca gente y está bien. Una prenda que se pone el cantante de Mötley Crüe no es diseñada para un montón de gente, es diseñada para el cantante de Mötley Crüe. Mi música, por ese lado, es lo mismo; tiene mucho folclore del rock argentino, rock con raíces paraculturales y contraculturales. De hecho, músicos de grupos que ahora consideramos míticos de fines de los 60 o principios de los 70 me han confesado que hacían shows para 200 personas. Pescado Rabioso, por ejemplo. Bandas que nosotros tenemos a la misma altura que Queen tocaban en lugares de mala muerte para 200 personas que se atrevían a estar con sus pelos largos por las calles. Sabían que muchos de ellos iban a caer presos por el simple hecho de portación de look y por estar en un país donde toda la cultura estaba reprimida. Realmente costó mucho enganchar el hilo con esa cultura después de la dictadura. En todas las áreas del arte teníamos gente que estaba al mismo nivel de los artistas de las grandes capitales del mundo. Musicalmente siempre tuvimos un paralelismo y una convivencia con el primer mundo que al día de hoy asombra. Si nos fijamos en la fecha de edición del primer disco de Pappo’s Blues, vemos que salió exactamente al mismo tiempo que el primer disco de Black Sabbath. Es en honor a eso que yo doy la vida en todos los shows, sean de Babasónicos o como solista. Nunca hice nada por la plata. Por eso creo que va a ser un lindo show. Nos vamos a sumergir en una comunión un montón de personas que pensamos más o menos lo mismo y pretendemos lo mismo del arte. Para mí, esto es como venir a tocar a un estadio. No tengo otro parámetro para medir un concierto en Uruguay más que lo emotivo, son shows que se basan en el romanticismo.

-Llevás más de 20 años en la escena musical argentina. ¿Cómo has visto su progresión?

-Vengo de finales de los 80 con Tía Newton, que es otra banda que se volvió mítica, aunque en realidad nos iban a ver tres personas. Me acuerdo de que la primera vez que metimos algo de gente en conjunto fue una unión que hicimos con Babasónicos. En esa época yo todavía no tocaba con ellos, pero siempre fuimos muy amigos, una especie de grupo familiar que se arrastró a lo largo de los años. Si tengo que hacer la comparación con el ahora, a grandes rasgos, me atrevería a decir que la imaginación ya no está. Hay una complacencia y un cambio de paradigma; ahora se puede ser famoso sin contenido. Nosotros pensábamos otra cosa, nos quemábamos las pestañas por ser los mejores: si no tenías talento para ser el mejor en la ejecución de tu instrumento, tenías que ser original. Y a rompernos la espalda tratando de obtener resultados originales fue que salimos todos en los 90. Al día de hoy, la música argentina está más nutrida del rock uruguayo que del argentino. Una de las bandas más grandes en Argentina hoy es No Te Va Gustar, por los argumentos que sea. No se trata de criticar a la banda, sino de pensar que tiene que venir una de afuera para convertirse en la más grande; no importa si es buena o mala. No juzgo la música como buena o mala, porque no soy quién para hacer eso. Si me preguntás si me gusta, te digo que no. Pero si la banda mete un millón de personas, me parece que está buenísimo. Creo que el último baluarte del arte musical en argentina es Babasónicos, más allá de otras búsquedas. Divididos puede buscar lo suyo también, pero es de otra época, tiene otras aspiraciones. Cuando empecé, Charly García dijo que mi disco solista era lo mejor que estaba pasando en Argentina; a los seis meses estaba diciendo que era la peor mierda. En Argentina, lamentablemente, tenemos a los popes que no se copan en compartir su terreno. Charly es incriticable; no sigo sus últimos discos ni me interesan, porque entiendo que es una obra que parte desde un lugar que a mí no me seduce. En Argentina está raro hoy. [Luis Alberto] Spinetta siempre dijo las cosas más hermosas de mi música, pero no hay gente así ahora. Con el cambio de paradigma en el que cualquiera puede ser famoso, no les importa; a un grupo que es más famoso que vos no le importa si es mejor o no. Pero son cosas en las que no me puedo enganchar, porque viví toda la vida paralelamente a eso. Mi mayor virtud como artista, creo, fue la supervivencia y la permanencia en este mundo. Hice discos en situaciones adversas y edité discos cuando nadie podía hacerlo. Siempre tuve algún amigo/héroe que hizo el mecenazgo. Si alguna vez algún tema mío se coló bien en la radio, fue ajeno a mí, ajeno a mi composición. Siempre hice lo que consideré que era bueno, y con esa hidalguía llego al día de hoy.

-En tus años de carrera hubo distintas búsquedas musicales. Al día de hoy encuentro una cercanía al roots estadounidense y a T-Rex. ¿Cómo lo ves vos?

-Eso está siempre. Desistí de formar parte de un grupo por la misma razón por la que hoy sólo toco con Babasónicos: porque pensamos igual. Hacen lo mismo que yo: darnos todos los gustos musicales que estén a nuestro alcance a nivel de aptitud. Somos gente sin formación musical; yo no sé ni lo que es un do o un re, jamás fui a estudiar música, aunque me hubiera encantado. Siempre fui un tipo de una familia más bien pobre, que le pedía a mi padre para ir al conservatorio, pero no se podía. El amor por la música me hizo juntarme con gente y ver cómo ponía los dedos. En realidad, absorbo todo, musicalmente hablando. Para mí, Jose Luis Perales es un compositor increíble, por ejemplo. Tuve la suerte de que mi padre era un melómano perdido, y en esa época comprar música era muy simple. Cualquier persona de clase media baja podía acceder mediante los casetes. Mi viejo venía del vinilo, y cuando salió el casete le pareció maravilloso y pasó todo a ese formato.

-¿Qué te llevó a sacar una retrospectiva de tu carrera como es Carca registrada?

-Carca registrada contiene temas de los otros discos y cuatro canciones que grabamos en 2012 especialmente para ese disco. Siempre tuvimos un esquema de trabajo muy rústico. Grabábamos los discos en casas con una cuatro canales de cinta abierta; no podíamos dejar canciones afuera. Grabábamos las voces de corrido. No podías hacer nada, no existía Auto-tune ni nada. Teníamos que hacerlo en vivo; era terrible grabar así. La primera vez que grabamos bien fueron estos cuatro temas. Principalmente fue una idea de Eduardo Rojas, mánager de Babasónicos y dueño de Crack Discos en Buenos Aires, que me propuso hacer una recopilación. La idea no me terminaba de convencer, pero era comprensible hacerlo porque había mucha gente buscando mis discos y eran casi imposibles de conseguir. También me parecía una buena oficialización, porque hay jóvenes que no vivieron los 90 y ahora son fans. La idea era grabar un disco que ibas a poder conseguir. A mí las recopilaciones nunca me gustaron: si un grupo me gusta, me compro toda la discografía y la recopilación se la regalo a un amigo. La excepción son esas recopilaciones que tienen temas que no están en ningún lado. Por otro lado, Carca registrada opera como un séptimo disco oficial, más que como una recopilación. En todos mis discos tuve siempre un montón de invitados, porque fueron obra de la insistencia y organización de los demás. Me enseñaron pautas y formas de trabajo. Adrián y Diego [de Babasónicos] siempre estuvieron metidos atrás, artísticamente hablando, ayudándome a bajar a tierra ese manojo de temas que tenía dispersos. Yo era muy volátil de joven. Me interesaba tocar y componer temas, no me interesaba la idea de estar escribiendo mi historia a cada paso.

(Entrevista publicada en La Diaria 10/06/2014)