lunes, 15 de junio de 2015

Capitalismo Punk (Por qué no podemos tener cosas lindas)



La semana pasada la noticia repercutió en las redes sociales: Los Sex Pistols pasarían a ser tarjetas de crédito. Hubo muchos indignados e iracundos que decidieron atacar a la banda y a su sello, Virgin Records, por este movimiento publicitario. Aunque en realidad, si lo pensamos bien, era algo más bien predecible. Basta recordar que la banda fue armada por Richard Branson –quien también es el creador de Virgin Records- para imponer y explotar comercialmente el movimiento punk que se estaba dando al otro lado del océano en Inglaterra. Tanto en la música como en la vestimenta.
Los Pistols con su emblema, Anarchy in the UK, fueron la voz de una generación oprimida y descreída del sistema que quería buscar alternativas al mismo. Al menos eso se creía y poco importaba el hecho de que fueran el resultado de un manager. La anarquía sonaba como algo peligroso para el sistema, algo revolucionario y fue lo que utilizaron. De hecho, hasta el día de hoy la asociación de punk y anarquía sigue estando en el imaginario popular. Aunque, siendo precisos, el punk y la anarquía poco tengan que ver. Repasemos.
El movimiento anarquista tuvo en la segunda mitad del siglo XX a Paco Ibañez como una de sus principales voces. Un tipo que sin tachas, ni mensajes apocalípticos, ni intenciones de asustar viejas intentaba concientizar al escucha. Y es que a anarquía es un movimiento constructivo no destructivo.
A fines de los setenta y gracias a la canción de los Sex Pistols la palabra anarquía y el No Future comenzaron a resonar en bocas insospechadas. De golpe se vio asociada a un movimiento fashionista y musical que utilizaba el concepto como un cantante de baladas usa al amor. La anarquía paso a ser cosa de jóvenes punks y se la asoció inmediatamente al caos. Se podría pensar que los Sex Pistols fueron la herramienta cultural de occidente para caricaturizar y desacreditar al movimiento anarquista. Dudo que ellos estuvieran al tanto pero no dudo de la capacidad de asimilación del sistema cultural como mecanismo de defensa. Es que siempre ha funcionado así. Es más simple y seguro combatir una amenaza abrazándola e incluyéndola en el seno de un sistema que expulsándola. ¿Por qué? Porque el crecimiento que tendrá dentro del sistema es controlado. Fuera del sistema puede convertirse en una amenaza letal ya que nadie lo controlaría. Un movimiento anti-sistema al ser absorbido pasa a ser controlado por el mismo sistema al que se opuso. Es en este momento en que el movimiento se convierte en moda o en slogans de fácil venta y con escaso contenido. El caso más claro es el famoso No Future –parte de la canción de los Pistols- que fue tomado como lema de varias generaciones posteriores.
No Future, dos palabras que contenían la rabia de una generación ante sus antecesoras por dejarle una sociedad devastada. Era la excusa para salir a romper vidrieras, enfrentar a la policía y destruir todo. Era el pie inicial para volver a empezar.
Sin embargo, los años pasaron y el No Future creció junto a estas generaciones y como sucede con todo signo lingüístico fue mutando lentamente. No solo se convirtió en parte del sistema –podemos ver miles de remeras con la frase en el pecho- sino que se consolidó como piedra fundamental del capitalismo contemporáneo.
Al no haber futuro la inmediatez, el placer instantáneo, la total falta de preocupación por las consecuencias y el disfrutar el momento fueron ofrecidas a generaciones ávidas por consumir una verdad. Un modo de vida. Este modo de vida es el sistema actual, conocido popularmente como capitalismo salvaje pero al que prefiero llamar capitalismo punk.
¿Dónde queda el anarquismo en todo esto? En ninguna parte. El No Future, tal como se ha formado, nada tiene que ver con el anarquismo. De hecho, es la base del sistema crediticio actual. Al día de hoy sería más adecuado que apareciera en la publicidad de una casa de crédito que asociado a un movimiento anti-sistema. Porque el “No hay futuro” es la pieza fundamental del sistema actual. “Crédito en el acto. Sin recibo de sueldo. Efectivo al toque”. A eso suena el No Future hoy. Una sociedad destinada completamente al consumo instantáneo al placer ya y el sufrimiento en cuotas. Una vida avocada al endeudamiento eterno. “El momento es ahora, el mañana no existe”. Y poco a poco van cayendo sumisos tomadores de pastillas.
Poco tiene de anarquista el movimiento punk y poco lo tuvo desde el momento en que fue asimilado.
El estado de situación no es fácil. La solución puede parecer tonta pero ha sido el motor de casi todos los movimientos sociales que intentaron cambiar algo: Pensar por uno mismo.
Y para bien o para mal hay futuro para rato.   

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